El líder del campeonato no logró cerrar la faena ante América en casa, ante su gente que llegó en buen número al Campín para ver como los Embajadores intentaron sobreponerse a factores en contra para quedarse con una nueva victoria que se le escapó en el último suspiro, dejando cierta desazón porque ya estaba pensando en los Cuadrangulares.
No fue un partido fácil, pues el Escarlata llegó al Campín a proponer, buscar e intentar ganar, misión que iba logrando parcialmente con el gol de Pérez tras una buena jugada colectiva y que solo una genialidad de Gómez fue capaz de contrarrestar antes de que terminara la primera etapa.
El error de los vallecaucanos pasó por el planteamiento tímido en gran parte del complemento, pues con el 1-1 en el marcador y siendo un punto importante, renunció a esos argumentos iniciales para entregarle la iniciativa al Albiazul. Un suicidio de Guimarães difícil de entender, pues cuando volvió a generar fútbol, llegaron las opciones que derivaron en el empate sobre el final, mostrando una mejor cara y la duda sobre qué hubiese pasado si no cambiaba la idea.
Millonarios se hizo superior, volvió a demostrar que las ausencias pueden ser bien reemplazadas para minimizar su efecto y que cuando tiene la posesión, es amplio dominador para arrinconar a los rivales y generar opciones para terminar goleando. Sin embargo, faltó esa puntada final, que estuvo en los pies de Valencia primero y de Silva, minutos antes del baldado de agua fría.
Un empate que deja el sinsabor de no concretar la victoria en el Clásico, la clasificación a la semifinal y la exigencia de volver a trabajar en esos detalles de jerarquía que parecían superados para evitar más sorpresas de ahora en adelante, especialmente en la final de Copa donde se enfrentará a un Junior presionado y urgido por dar un golpe contundente.
