"Los Clásicos no se juegan, se ganan", una frase que es común en el fútbol y que cobra toda validez en tardes como la que presenció el Atanasio Girardot el día de hoy, con un marco espectacular y un ejemplo de convivencia en las tribunas, donde las hinchadas de ambos equipos se mezclaron para vivir el encuentro.
Nacional volvió a golear al Medellín en el Clásico antioqueño
Lo de Pablo Ceppelini merece una mención especial, director de orquesta, colaborador en recuperación y goleador, tres facetas que dejó explotar en la cálida tarde de Medellín el volante uruguayo, que se marchó entre aplausos y cánticos de los aficionados.
Lo de Ceppelini no es casualidad, bastante ha trabajado desde su llegada, sabiendo esperar y dejándolo todo en la cancha cuando ha tenido la oportunidad, devolviéndole a la camiseta con el número 10 esa magia y mística que se había perdido en el ir y venir de las últimas temporadas, casi que a la deriva.
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Una goleada sobre el rival de patio, participando en dos de los cuatro goles y marcando el tercero, demostrando su categoría y amor por el club que le ha abierto las puertas, a la vez que se convierte en una carta fuerte de Juan Carlos Osorio a la hora de conformar un ataque que comienza a ser temido en la Liga Águila.