Eintracht Frankfurt Barcelona Camp NouGetty Images

El Eintracht pisotea el honor al Barcelona

No lo supo hacer en el campo, pero tampoco fuera de él. De hecho, lo hizo tan mal en las gradas como en el césped. El Barça cayó eliminado de la Europa League en los cuartos de final ante un Eintracht de Frankfurt que pareció jugar de local en el Camp Nou. Lo reconoció el mismo técnico del conjunto alemán, Oliver Glasner, al terminar el encuentro: "Pensaba que estábamos jugando en casa. Ellos también nos han ayudado". Ni más ni menos. Incluso Xavi Hernández se molestó: "Parecía una final, el campo estaba dividido. Es decepcionante". El Barcelona cedió medio estadio a los casi 40.000 aficionados que viajaron a Catalunya y provocó una imagen nunca vista. El Camp Nou se tiñó de blanco ante la gran ola de seguidores visitantes, que generaron incluso situaciones de tensión con las que varios socios se mostraron molestos.

La afición del Barça se marchó muy cabreada del estadio. El partido, el resultado, la dura eliminación de otra competición europea, casi lo olvidaron. Lo que les dejó un mal cuerpo indescriptible fueron las escenas que vivieron junto a alemanes borrachos, de pie los 90 minutos, ocupando sillas que no les pertocaban, lanzando latas de cerveza, encendiendo bengalas, incluso increpando a algunos aficionados locales que no sabían si estaban en su propio estadio o en un campo lejano. Ni la seguridad apareció, dimitida antes de tiempo ante ese tsunami incontrolable de teutones. "Espero que el club de alguna explicación del tema", decía Carles, socio y abonado desde que naciera en 1965, durante el descanso. Precisamente, la grada de animación del Barcelona decidió dejar sus localidades vacías desde que terminó el primer tiempo hasta el minuto 10 de la segunda mitad en señal de protesta por la gestión en la venta de entradas. "Nunca habíamos sentido la frialdad de jugar como visitante en el Camp Nou. Vergüenza", publicaron en Twitter al terminar el encuentro.

Joan Laporta sufrió este jueves la primera gran enrabietada del socio y aficionado culé, que vio como su estadio se convertía en el feudo del Eintracht. Al seguidor azulgrana le puede pasar desapercibida parte de la gestión económica o decisiones extradeportivas que la entidad vaya tomando, pero sentirse fuera de lugar en su propio campo ya es demasiado. "Quién haya permitido esto, quién sea el responsable, tiene que dimitir", dijo un socio ante los micrófonos de "Catalunya Ràdio". "Tuvimos que irnos del miedo que estábamos pasando", dijo otro. Y el que más duro fue: "He ido al Camp Nou con mis dos hijos de 12 y 15 años. Rodeados de alemanes borrachos, fumando, increpándonos. Es la primera vez que mis hijos me han dicho que han pasado miedo. Es lo más vergonzoso que me ha pasado, que mis hijos me hayan dicho que estaban pasando miedo en mi propio estadio".

La junta directiva de Laporta ya ha abordado la situación, que pasa no solamente por un problema en la venta de entradas al público general, sino también en la gestión de los abonos de los socios y en un tercer conflicto de seguridad, que hubiese podido ser más grave si los pequeños enfrentamientos entre aficionados locales y visitantes se hubieran descontrolado. "Lo que ha pasado hoy es un vergüenza que no se puede volver a repetir. Tenemos gran parte de la información de lo que ha pasado. Tenemos que procesarla y tomar medidas", comentó el presidente ante las cámaras de Barça TV. Para el socio, no todo vale para hacer caja, aunque el club la necesite de manera urgente para paliar una crisis económica que sigue marcando los pasos de una junta que busca ingresos debajo de las piedras.

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