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El Barcelona y la maldición de la Supercopa


EDITORIAL

Al partido le costó arrancar pero la espera valió la pena , especialmente para un Athletic Club que nunca se dio por vencido y hoy celebra Supercopa de España tras someter a un Barcelona que murió en la orilla . El cuadro catalán prefirió dosificar inicialmente sus acometidas ofensivas frente a los vascos, que salieron a presionar arriba, con Ander Capa encima de un Leo Messi que llegó a tiempo para disputar el choque. El cuadro bilbaíno hasta se permitió un par de avisos que Marc-André Ter Stegen, todavía  on fire  después del recital del pasado miércoles, pudo desactivar sin mayores problemas y no fue hasta el tramo final del primer tiempo que ambos conjuntos empezaron a desperezarse.

Así vivimos el Barcelona 2-3 Athletic Club

Cómo no, fue Messi el que hizo correr la adrenalina con un pase imposible que culminó con el gol de Antoine Griezmann en el minuto 40, aunque un fallo garrafal de Jordi Alba motivó el empate, obra de Óscar De Marcos, en la siguiente jugada . El partido se fue al descanso con empate a uno en el marcador. Sin embargo, a partir de entonces el sopor del primer tiempo mutó en una suerte de torpe ruleta rusa de la que cualquiera de los dos equipos pudo salir como supercampeón.  Griezmann volvió a adelantar a los azulgrana pero Asier Villalibre logró poner las tablas en el último minuto para acabar, de nuevo, en la prórroga.

Ahí el Barcelona ya estaba groggy . El gol de Villalibre hizo evocar los mismos fantasmas que dieron con la cabeza de Ernesto Valverde hace exactamente un año y después de disputar y dejarse remontar, precisamente, en la Supercopa de España. Iñaki Williams olió la sangre y a los tres minutos de la prórroga le dio al Barcelona el golpe definitivo con un golazo que acabó de someter a los barcelonistas, incapaces de reaccionar a su propia falta de actitud e ideas, rehenes de una más que dudosa resistencia psicológica, y que dieron con el mismo resultado que hace un año, aunque esta vez sí tuvieron el título a tocar, lo cual lo hace, si cabe, más doloroso y pone de relieve cómo este Barcelona está todavía lejos de levantar títulos, incluidos los menores.

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