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El Athletic, el prestigio y el periodismo

Firma Lartaun de AzumendiGoal

Todos los oficios cuentan con su particular jerga; un conjunto de expresiones que lejos de permanecer inmóvil varía con el paso del calendario, dado que se trata de algo que manoseamos los humanos. Y dentro de los términos lingüísticos que se utilizan hoy en día en el periodismo se ha impuesto la expresión de “el relato”, que se utiliza en ocasiones torticeramente, como no podía ser de otra manera.

Si uno atiende a lo que se está contando en torno al Athletic ahora mismo, el relato es tan similar como curiosamente positivo. Sin ir más lejos, tras el partido de los leones ante el Borussia Dortmund leí tres crónicas en medios de primera línea y ¡oh, sorpresa! todos titulaban como si se hubieran copiado en un examen, aludiendo a una «victoria de prestigio» del Athletic. No busqué más, visto que el relato común consistía en que la realidad no pudiera estropear una hipérbole asaz coincidente.

No es que los de Marcelino no se hubieran enfrentado al Borussia Dortmund, sino quiénes estaban defendiendo los colores albinegros del afamado equipo germano. Para empezar, jugaron como titulares tres futbolistas en edad juvenil que no habían debutado con el primer equipo. A esas bisoñas promesas se unían otros tantos jugadores que la temporada pasada apenas se habían manchado las botas en encuentros oficiales. Calculando la media de partidos de Bundesliga que habían disputado los borussers del pasado sábado, entre todos sumaban un promedio de una presencia en cada tres choques, un 33%. ¿Dónde queda esa tan cacareada victoria de prestigio?

Yo comprendo que los periódicos prefieran que el aficionado del Athletic que está pasando las vacaciones en Mundaka, Salou, Deba o Zahara de los Atunes se lleve con una sonrisa de oreja a oreja el ejemplar del diario del kiosko, pero quizá convenga no vender una burra que no es tal, en aras del respeto por la verdad o para no transmitir a un hincha –con lo que estos suelen tener de pasionales– que su equipo logra hitos que... en fin.

También soy capaz de ponerme en los zapatos del compañero que redacta la crónica y que siente como una ventaja que el departamento de prensa del club y los componentes del primer equipo le sonrían al pasar, pero quizá resida en su capacidad de crítica ajustar los hechos a las realidades. Digo yo. Que también puedo estar muy equivocado porque lo que un día fue periodismo hoy se mezcle indiscerniblemente con la aplicación de inyecciones de serotonina en el brazo del lector, y que viva la hormona de la felicidad.

Lartaun de Azumendi

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