Antonio Rudiger Real Madrid ValenciaGetty Images

'A Segunda, oé'

Es la banda sonora más cruel del fútbol. En su musicalidad, atronadora por la rabia desaforada de la grada, se esconde la factura más cara del revanchismo del hincha. Recordar al rival que sólo le queda el dolor de haber sido y la vergüenza de ya no ser. No hay afición que no haya entonado la canción y no hay cuerpo contrario que lo resista. 'A Segunda, oé' es un clásico de nuestro tiempo. Uno que despierta los instintos más bajos y revanchistas de los que la cantan. Y uno que hace picadillo las ilusiones de sus destinatarios a los que, por doler, les duele hasta el aliento. Su letra es un arma arrojadiza que se clava como una daga en el corazón del equipo que la sufre, su repetición refuerza la desafección de quienes la corean y su disfusión en los medios refleja la peor cara del deporte, la del aficionado que festeja la desgracia ajena.

Anoche se escuchó en el Bernabéu. 'A Segunda, oé'. Una canción para humillar al Valencia, antaño un equipo respetado, temido e incluso odiado en el coliseo blanco, que se esforzó en recordarle al rival en qué situación se encuentra y cómo de profundo es el precipicio al que se asoma. La reflexión es una autopista de doble dirección. Los que disfrutan cantándola no saben de empatía y los que la escuchan mientras sufren son víctima de una impotencia brutal. Ese 'A Segunda, oé', cantado y coreado por decenas de aficiones en cientos de estadios durante la historia contemporánea de nuestro fútbol, dibuja el lado más cruel del deporte. El del aficionado que disfruta pisoteando al vencido y el del aficionado que, ahora que ve a su equipo en el suelo, jura en arameo mientras promete levantarse del suelo para vengarse. Anoche al valencianismo no le dolió la canción, sino su profundidad. Perder el partido y que el Bernabéu les despachase con ese 'a Segunda, oé', no duele. Lo que sí escuece en el alma es ser comprobar en qué les ha convertido 'Meriton'. En un equipo menor, en una víctima propicia, en un club menguante. Al Bernabéu le protestaron las tripas y al Valencia, el corazón.

'A Segunda, oé' es uno de los grandes 'hits' de la banda sonora de nuestro fútbol. No hace prisioneros, ni distingue camisetas, ni cobra derechos de autor. Solo resuena para dañar, para herir, para lastimar. Se inventó para eso y seguirá existiendo para eso. Sonó anoche, sonó en el Calderón, sonó en El Helmántico, sonó en El Tartiere, sonó en El Molinón, sonó en el Camp Nou y por desgracia para los equipos que lo sufren, seguirá sonando como lo que es, una vieja ley no escrita que hurga en la herida de un rival lastimado, indefenso y al que se humilla con gratuidad. Así es el fútbol. Así es la vida. De vez en cuando, alguien aparece para transformar su ira en un deporte salvaje con una única regla: pegar al que está en el suelo. No hay nada peor que el orgullo de haber sido y el dolor de ya no ser.

Rubén Uría

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