Cuando sonó el silbato del descanso del partido de Liga entre el Barcelona y el Rayo Vallecano el domingo, comenzaron los cánticos: "Xavi sí, Laporta no". Todo estaba muy claro: los culés, que en cada ciclo electoral deben votar por el presidente del club, no están tan convencidos con el hombre al mando.
Y ellos tienen un punto. Había sido una semana caótica en Catalunya, ya que crecían los rumores de que Laporta quería despedir al técnico Xavi, apenas unas semanas después de rogarle que permaneciera en el club para la próxima temporada.
Esa noticia reabrió algunas viejas heridas que aparentemente habían sido cerradas después de una campaña confusa. El presidente realizó un acto de reconciliación en abril al lograr que Xavi se quedara, pero ahora le ha despedido. Laporta solo ha dañado aún más la reputación del club de élite peor administrado de Europa.
El mundo del fútbol apenas necesitaba más pruebas, pero la configuración del Barça es un completo desastre.