Brasil pegó primero y haciendo uso de una virtud que no tenía en su libreto inicial: en la capacidad de Gabriel Jesus de marcar diferencias por la banda. Dani Alves levantó la vista y vio el claro, el de Manchester City se hizo un festín con regates a un Miguel Trauco desconcertado y Everton, goleador de la Copa América, estaba pasado, libre, con los centrales de Perú más preocupados del área chica, y listo para atropellar y matar. Se acabó el reinado de Chile en el continente y la final, a los quince minutos, ya ofrecía un gol y una buena presión de parte de los de Gareca. Y el título de campeón se quedó en casa (3-1), aunque con un panorama lejano al de la goleada vivida en fase de grupos.
Edison Flores y Christian Cueva tenían algo que decir en el primer tiempo de la gran definición, a la altura que su escuadra reaccionó del tanto inicial. Y sabían que su selección nunca se había inclinado cuando disputó este partido. Asumieron el peso de la historia. El de Morelia superó la última línea de resistencia del pentacampeón mundial y, antes de que se apoyara en el piso, Thiago Silva metió la mano, intencional, y tras consultar el VAR el chileno Roberto Tobar reconfirmó su cobro. Y Paolo Guerrero, que también llegó a 3 y fue máximo artillero, jamás dudó de que engañaría a Alisson, batido de forma inédita... después de 889 minutos (desde el 4 de mayo no recibía uno en su puerta).
Pero Firmino recuperó en el medio ante un apremiado Yoshimar Yotún, Arthur -el mejor pasador- trepó hasta combinarse con Gabriel Jesus y este, ahora posicionado como centrodelantero, fusiló cuando tuvo tiempo hasta de controlar. La acción de tres toques fue la última pelota del primer tiempo y la ventaja para que el anfitrión descansase en calma, avalado por el control posicional y la multiplicidad de funciones que cumplieron sus arietes.
Con la confianza más arriba Firmino pudo encontrar el suyo en los primeros diez minutos del complemento, mas su tiro arrastrado pasó ancho y su cabezazo, en jugada de Everton por la banda, se perdió por centímetros. Perú, sin dominarlo, bajo todo concepto se mantenía con vida, a uno de distancia, aguantando también a un Coutinho, otro que quería su gol y que por esa razón tomó malas decisiones cuando prefirió patear en vez de ceder.
El escenario perfecto lo rompió Tobar, quien con el castigo de doble amarilla a Gabriel Jesus se adueñó de la rabia del atacante: luego de que este se abalanzara sobre Zambrano, el juez lo volvió a pintar por despreocuparse del balón e irle de caballazo. Al retirarse del campo, hizo un gesto que emuló a billetes y que dio a entender que existía un robo. En camarines, reaccionó con lágrimas de resignación. Tobar, con ganas de protagonismo absoluto, le dio el K.O. a Gareca y los suyos con un penal falso por un choque de hombros entre Zambrano y Everton. Richarlison le dio arrastrado, la insertó en el ángulo imposible para Gallese y Brasil, sin brillar ni Neymar, levantó su novena Copa América, tras 12 años de sequía.
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