Marcos Llorente, EspañaGetty

Sí, Llorente es la estrella de España (y se aburre como lateral)

Firma Fran GuillénGoal

Pregunta sencilla: ¿por cuántos jugadores de la actual selección española desenfundaría algún jeque la chequera? Poniendo un asterisco sobre Pedri (recién debutado con los mayores) y Ansu Fati (viendo los partidos desde la camilla), francamente, no se me ocurre ninguno antes que Marcos Llorente.

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Ni Ramos en sus 34 años ni los pecios del Barça de Guardiola (Alba, Busquets y cía.) tienen ya el valor de antaño. Fabián anda apagado en el Nápoles y Thiago no se encuentra en Liverpool. Adama Traoré ya no es aquel ejército de un solo hombre y Gerard Moreno y Aspas nunca terminan de ser indiscutibles. Nadie brilla tanto y es tan decisivo en su polivalencia como la escoba que Simeone convirtió en daga.

Entiendo que la tentación de verle como un comodín haya hecho que el Cholo tirase de él, circunstancialmente, para tapar el agujero de Trippier y Vrsaljko. Su preparación es tan obsesiva y su espíritu tan combativo que es lógico creer que Llorente no va a desentonar en ninguna posición. Pero me preocupa pensar ahora que Luis Enrique quiere convertir lo excepcional en rutinario. Y como un gris lateral, ni siquiera como carrilero.

No enjaulemos al león, por favor. No seamos tan torpes manejando un perfil de jugador que no abunda en nuestro fútbol. Nos hemos pasado meses envidiando el despliegue del Bayern, con sus todocampistas que son tanques ligeros, y ahora que nos surge un Goretzka madrileño le queremos aparcar en una esquina. 

Si a Marcos le duran las piernas hasta junio, lo lógico es que en la Eurocopa le soltemos la correa. Que haga daño como interior exuberante y en esa zona entre central y lateral en la que husmea y siempre encuentra. Podrá llegar a donde empieza la jugada y será capaz luego de estar donde termina. Y desatascará partidos y ofrecerá guiones alternativos, como los que han salvado al Atleti en tantas noches locas.

Acostumbrémonos a decirlo desacomplejadamente: Marcos Llorente es, probablamente, lo más diferencial que tenemos en el corto plazo. Carguemos la Selección en sus hombros, sin miedo: come demasiada proteína como para que le flaqueen las piernas. 

Fran Guillén
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