Con apenas 25 años, Romelu Lukaku ya es el máximo goleador de toda la historia de la Selección de Bélgica: el delantero lleva 37 tantos en 69 partidos oficiales con los Diablos Rojos (hay tres goles y tres partidos que no se consideran porque no son reconocidos por la FIFA) y ya les sacó siete de diferencia a Bernard Voorhoof y Paul Van Himst, quienes lideraban la estadística desde 1940 y 1974, respectivamente. De esos tantos, cuatro los marcó en Rusia 2018, donde busca seguir reescribiendo una historia personal que no siempre tuvo los brillos de hoy.
Nacido en Amberes el 13 de mayo de 1993, Lukaku tuvo una infancia muy difícil. Su padre Roger, nacido en Zaire -actualmente, Congo-, era futbolista profesional (llegó a jugar para su país en las Eliminatorias para Estados Unidos 1994), pero tras su retiro en 1999, el dinero comenzó a escasear en el hogar familiar: según contó el propio jugador de Manchester United en un artículo que escribió para el Player's Tribune,en su casa no había televisión por cable, escaseaba el agua caliente, muchas veces les cortaban la luz por falta de pago. Un día, cuando llegó a su casa, encontró a su madre rebajando la leche con agua para que rindiera más.
El deseo de ayudar a su familia fue el que llevó a Romelu a decretar que sería futbolista profesional. A medida que crecía en las categorías formativas de Lièrse, el club más importante de su ciudad, también conocería la discriminación: a los 11 años, el delantero ya era un portento físico (mide 1,90 metros), lo que llevaba a los padres de los equipos rivales a exigir que mostrara su documento para que pudiera jugar. Tampoco le creían que fuera belga: Lukaku es de raza negra.
Tras dos años en su primer club, en 2006 fue comprado por Anderlecht en un paquete que incluyó a muchos de los mejores valores de la cantera de Lièrse, que había descendido. En las formativas del club más importante del país hizo historia: en 93 partidos marcó 131 goles. Así, el 24 de mayo de 2009, 11 días después de cumplir 16 años, Lukaku debutó como futbolista profesional en el partido de vuelta de la final de la liga. Una temporada después ya terminaría como máximo goleador del torneo, con 15 tantos, y era convocado por primera vez a la Selección. Apenas tenía 17 años.
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Lógicamente, no pasó demasiado hasta que los grandes clubes de Europa pusieron sus ojos en él: antes del comienzo de la temporada 2011/12, Chelsea lo compró por una cifra cercana a los 20 millones de euros. Sin embargo, el atacante tuvo pocas posibilidades de mostrarse y, un año después, fue cedido a West Brom. No decepcionó: en 35 partidos marcó 17 goles y volvió a los Blues, que seguían sin darle lugar y lo mandaron nuevamente a préstamo a Everton, donde Lukaku encontró su lugar en el mundo.
Tras anotar 15 goles en la Premier League, los Toffees le compraron el pase al finalizar la campaña 2013/14. En los siguientes tres años marcó 53 goles en la liga inglesa, 10 en copas locales y 8 en la Europa League (todos en 2014/15). Luego de los 25 tantos que convirtió en 2016/17, Manchester United pagó cerca de 85 millones de euros para contratarlo. En su primer año, gritó 27 veces entre todas las competencias y, así, se convirtió en el quinto futbolista más joven en alcanzar los 100 goles en la Premier League: los 24 años y 322 días que tenía cuando le marcó a Swansea sólo son superados por Robbie Fowler, Michael Owen, Wayne Rooney y Harry Kane.
Tras dejar atrás una infancia difícil, el belga ahora está ante la gran oportunidad de su carrera: este viernes, será titular en el equipo de Roberto Martínez en el duelo frente a Brasil en el que los Diablos Rojos irán en busca de las semifinales del Mundial, instancia sólo alcanzaron una vez, en México 1986. Esta vez, nadie le pedirá el documento antes de entrar a la cancha.
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