Gabriel Arias, arquero de la Selección chilena, fue el gran apuntado en la victoria de Perú sobre Chile en semifinales de Copa América. Esto luego de cometer un grosero error en el segundo tanto de los incaicos, saliendo a destiempo y dejando sola la portería.
Tras la derrota de La Roja, las redes sociales explotaron e incluso hubo amenazas directas de muerte hacia su hijo de tan solo cuatro años.
Luego del encuentro ante Colombia, el campeón con Racing admitió que los comentarios en la galería virtual lo perjudicaron profundamente. “Se habla mucho, pero me enfoco en esto. Recibo puteadas y cosas por redes sociales. Es feo, porque lo que importa es la persona, lo que es mi familia, que lo vive de cerca y les afecta”, dijo.
Finalmente, optó por cerrar su cuenta de Instagram tras verse enfrentado al ciberbullying.
Para el psicólogo deportivo y Coach, Felipe Agurto Carmona, de psicologiaintegral.cl, este fenómeno se debe a la idealización de los jugadores, que cuando llevan el peso de la camiseta nacional, los fanáticos se ven representados en este y no admiten fallos. Condenable, por cierto.
Y pese a que La Roja mostró su peor versión en el certamen copero, y que los incaicos fueron superior a los chilenos en todas sus líneas, el peso se lo lleva el arquero que durante el torneo estuvo bajo el nivel que mostró en los partidos amistosos y que le valieron hacer "olvidar" al otrora capitán Claudio Bravo, marginado por Reinaldo Rueda.
"El jugador siempre tiene claro que tiene una presión detrás, por el rendimiento, es decir, por el cumplimiento de sus metas y por intentar alcanzar el objetivo que tiene como deportista. En el caso del fútbol es trabajar como equipo y, como tal, lograr las metas propuestas", reconoce el profesional.
Entonces, ¿cómo se recupera un jugador de la persecución mediática y el ciberbullying?
"A nivel individual va a depender el impacto en la estructura básica de personalidad y en la capacidad de enfocarse en el objetivo, la que es inversamente proporcional con el nivel de logro y fracaso. Cuando una persona está en una competencia y tiene primero que competir consigo mismo para lograr vencer sus propias metas tiene una alta cantidad de energía psíquica que pone en juego para alcanzar esa meta y, de la misma manera, cuando fracasa esa energía, de una manera más convencional, se devuelve, entonces siente el peso de haber invertido muchos procesos para lograr sus objetivos y se frustra", agregó.
"Respecto a lo que es representar a un país, va a depender la personalidad del deportista. Si el deportista es de base un poco depresiva va a sentir culpa, se va a sentir responsable por no haber rendido a ese colectivo, hacia esa identidad. Mientras que el impacto a nivel de equipo, va a depender de cuan cohesionado esté y como se protejan y se cuiden unos a otros emocionalmente".
¿Qué lleva a un hincha a canalizar su frustración en contra de un deportista como fue el caso del defensa William Tesillo, quién recibió amenazas tras fallar un penal ante Chile y que le costó, a la postre, la eliminación de los cafeteros de la competencia?
Y es que cuando el árbitro da comienzo a un partido de fútbol, también destapa los peores impulsos en muchos usuarios de redes sociales. De hecho, un estudio reciente de la Empresa Séntisis para la Cadena Ser, bajó el lema #SinRespetoNoHayJuego, demostró que una de cada tres personas que comentan partidos, acaban insultando a alguien.
"La sociedad vive su identidad deportiva de una forma demasiado compulsiva. Si a eso le sumamos algunos ingredientes típicos de las redes sociales, como la sensación de anonimato y de impunidad, nos sale un cóctel explosivo", relatan.
"En el caso de las amenazas, denostando a la familia, o a los hijos, tiene que ver con la violencia que ejerce el usuario que idealiza al futbolista, la misma que viene a ser más que bullying, mobbing, agresiones psicológicas que incluyen el amedrentamiento de un grupo hacia el trabajo".
"En el caso de Colombia, como también en México o Brasil, viene a ser como una profecía autocumplida, cosa que no ocurre en Chile". Tal es el ejemplo de lo que ocurrió con Andrés Escobar, quien falleció en Medellín tras ser asesinado diez días después de la celebración de un partido en el que, desgraciadamente, marcó un gol en propia puerta en la Copa del Mundo de 1994.
"Ojalá no sea verdad y que no pase nunca más algo así en el fútbol", declaró Arturo Vidal tras ese encuentro frente a los cafeteros en cuartos. En la misma línea, explicó que los hinchas tienen que entender que "uno viene a defender la camiseta de su país y que a veces estas cosas, como fallar un penal, pasan solo por la suerte", sentenció. Al mismo tiempo que salió al paso del duro momento que atraviesa el arquero chileno. "Contigo hasta la muerte, hermanito Gabriel Arias", escribió el formado en Colo Colo junto a una fotografía donde aparecen ambos abrazados. "Juntos nos derrotaron y juntos nos levantaremos", cerró el futbolista.

¿Qué hay detrás de una persona que amenaza de muerte a un jugador de fútbol por perder el partido?
Desde Colombia, la doctora Martha Rojas, licenciada en psicología de la Universidad Konrad Lorenz, le enumera a Goal distintos factores:
Fanatismo: Estamos viviendo una época donde el fanatismo se puede observar en muchas personas cercanas, hay fanáticos deportivos, religiosos, políticos, etc. El fanatismo te lleva a sentir una pasión desproporcionada hacia personas o ideas que te conducen a tener pensamientos fuera de la realidad y por lo tanto a actuar de manera irracional y hasta violenta. Por lo tanto, en este caso se evidencia una persona fanática de un equipo de fútbol, que llegó a sentir la pérdida del partido como una pérdida de algo propio (lo cual es irracional y desmedido).
Intolerancia: En el mundo entero existen miles de casos diarios de intolerancia, la falta de respeto por el otro, por las decisiones del otro, por su espacio, su comportamiento, etc. En Colombia he visto que se ha generado, lo que yo llamo “el síndrome de Pablo Escobar”, que significa que las personas que tienen poca tolerancia, creen que haciéndole daño a las otras personas, están solucionando sus problemas, creyéndose mejor que el otro o que si lo hubiera hecho él, las cosas habrían salido mejor, lo cual no es cierto, los errores los puede cometer hasta el mejor, pero el que hace daño físico o psicológico, siempre va a ser el malo, no existe justificación alguna para dañar al otro.
Las amenazas, el aumento de las agresiones físicas y verbales, el incremento del uso de armas demuestran la falta de tolerancia hacia las diferencias del otro y a la frustración.
Detrás de esto, está la falta de educación, pero no de matemáticas ni ciencias, sino de educación ética y moral, de la personalidad, de reconocernos como individuos y como sociedad; de la manera correcta en que debemos afrontar los errores y las pérdidas. Lo que vemos a diario y lo que asumimos como normal es la violencia, está en nuestra cultura, ser violentos es la manera más fácil de sentir que dimos fin a un capítulo que nos duele o que nos incomoda. No estamos educados para afrontar los errores de manera tolerante, asertiva, positiva.
Por lo que se ve en el individuo que amenazó al jugador, la falta de tolerancia a la frustración y la falta de respeto a la integridad de un ser humano.
Personalidad: Existen diferentes teorías acerca de la personalidad, pero la realidad es que todos asumimos las situaciones de manera diferente. Ya sea porque nacemos con una personalidad o un temperamento definidos o porque nos vamos formando a través de los años de acuerdo al ejemplo de nuestras familias, de nuestros amigos y de la sociedad en general.
En este caso, vemos a una persona emocional y poco racional, de estas que actúan en el momento de la rabia y la tristeza sin pensar las consecuencias de sus actos. Se dejó llevar de sus emociones sin darse cuenta que estas lo están controlando, cosa que debe ser todo lo contrario, es decir, las personas controlamos nuestras emociones, no ellas a nuestras acciones.
Es importante que las personas aprendamos a reconocer nuestros sentimientos y saber en qué momento actuar, si nos dejamos llevar por nuestros impulsos, nuestros actos tendrán consecuencias que posteriormente podemos lamentar.
En este caso, la amenaza a la integridad de una persona por perder un partido de fútbol es muy grave, solo demuestra la falta de respeto por la vida del otro, por un fanatismo ciego a un deporte, que debería generar una pasión positiva, ya que el juego no hace parte propia del hincha, es un pasatiempo, algo externo que no puede ser controlado por ninguna de las partes.
Finalmente, considero que esta persona lo que demuestra es su Temor a perder: Está claro que el jugador es un profesional y experto en el deporte del fútbol, lo que generó la confianza suficiente de sus compañeros y superiores para ubicarlo en el lugar y en el momento donde se encontraba; pero el fanático no es capaz de razonar esto, él no puede creer que solo fue un error humano, el solo sufre con el error, claro, puede disfrutar cada buena jugada pero es mayor el sentimiento de temor a perder, que sus impulsos lo llevaron a pensar que una amenaza podría sanar sus miedos, siente que con su violencia ya no van a repetirse esos momentos de “terror”.
"Que bueno es ver a aquellos hinchas que saben disfrutar de un buen deporte y que lástima que hayan fanáticos que no son capaces de reconocer que no en todos los juegos se puede ganar. Hay que saber que para que haya un ganador, siempre deberá haber un perdedor y esto no significa que el perdedor sea malo, significa que hay situaciones que favorecen o desfavorecen nuestros actos en los momentos de la vida, sin que esto descalifique nuestra experiencia o nuestra suerte. No se puede justificar lo injustificable", cerró la profesional.
