Para apagar las dudas de la última caída a manos de Levante, cuando actuó un equipo B, ante Eibar Ernesto Valverde decidió refrescar el once del Barcelona con el ingreso de Coutinho al ataque -por Ousmane Dembélé- y la salida de Arturo Vidal como las novedades más sintomáticas.
La suplencia del Rey permitió que Sergio Busquets retornase al mediocentro e Ivan Rakitic junto a Arthur cubrieran el resto de esa zona. La última vez que la tríada sin Vidal jugó desde el arranque en LaLiga, Betis se impuso y el chileno entró para ser figura.
Esta vez, Messi y Suárez tenían la solución para fundir el cero. El astro argentino festejó por vez 400 en la competición y el uruguayo metió un doblete que permitió que Txingurri cuidara fuerzas en el lapso definitivo. En ese escenario, uno de total calma y de un resultado asegurado, Vidal relevó a Busquets para, en los últimos 24 minutos, entregar 23 de 24 pases intentados de forma correcta. Preciso, se paró a la derecha de Rakitic, que pasó al medio, e impulsó la salida exterior junto a Sergi Roberto y luego, cuando rotó el lateral, Nélson Semedo. Incluso, cuando Valverde retrasó a Coutinho para que Dembélé ocupase el lugar de Arthur, Vidal fue quien debió cubrir más espacios.
El Barça fue dinamita
El futbolista formado por Colo Colo tenía parte de su cosecha fresca: cometió dos faltas que impidieron que, primero Pape Diop y luego Rubén Peña, finalizaran sus intervenciones en el campo contrario, y zafó de la amarilla. Además, sacó aplausos por un lujoso taco que capturó Jordi Alba y por salir con clase frente al apremio en el último intento armero, justo al borde del área de Marc-André ter Stegen. En la primera acción, el zurdo replicó con otro taco, pero la zaga lo conectó y le cortó la inspiración. Sin un lugar en el equipo titular, en medio de un calendario ajetreado, Vidal dejó su huella.