Ya se volvió una costumbre: la final de la Copa del Mundo volvió a ser interrumpida por la invasión de personas que saltaron al campo de juego desde las tribunas. Sin embargo, esta vez no se trató de algún personaje en busca de fama momentánea, sino que se trató de una protesta política contra el gobierno de Vladimir Putin.
Iban seis minutos del sexto minuto del segundo tiempo del encuentro entre Francia y Croacia cuando cuatro mujeres vestidas con uniformes militares sortearon a los efectivos de seguridad, ingresaron a la cancha y se acercaron a algunos jugadores de ambos equipos para chocar sus manos, antes de ser detenidas y arrastradas fuera del estadio. Instantes después de lo ocurrido, el grupo feminista Pussy Riot se adjudicó la autoría del hecho.
A través de sus cuentas en las redes sociales, la banda de punk -que hace años denuncia al gobierno de Putin- publicó una suerte de manifiesto en el que explica los motivos de la protesta: "Reclamamos la liberación de todos los presos políticos, que nadie vaya a prisión por sus 'gustos', que se detengan los arrestos ilegales en las manifestaciones, que se permita la competencia política en el país, que no se fabriquen acusaciones criminales ni se mantegan personas detenidas sin motivos".
