EDITORIAL
Hace dos meses el Barcelona sabía lo que quería. Todavía no se había pegazo el batacazo de Anfield ni había perdido la Copa del Rey y desde los despachos del Camp Nou miraban al mercado con la determinación de dar continuidad a un proyecto a partir de nuevos laterales, un delantero centro con proyección que pudiera asumir el relevo de Luis Suárez, Antoine Griezmann y Matthijs De Ligt. Sin embargo, la posibilidad de recuperar a Neymar Da Silva ha dado al traste con todo y lo que antes era un objetivo innegociable ahora ya tal.
La posibilidad de repatriar a Neymar existe y no es nueva. Surgió el pasado invierno cuando Goal desveló el hartazgo del brasileño en París y sus ganas de regresar junto a Leo Messi así como las condiciones que debía cumplir para que ello pudiera suceder. Sin embargo, esta es una vía que lo cambia todo. Porque obliga al Barcelona a elegir entre mantener la planificación original o poner a Neymar como gran objetivo del verano aun sabiendo que puede quedar en nada debido a que ni siquiera un acuerdo con el brasileño garantiza que vuelva a vestir de azulgrana. Solo lo haría un pacto con el PSG y eso todavía queda muy lejos.
Así que el Barcelona tiene una importante encrucijada ante si y debe decidir cómo proceder antes del 1 de julio, cuando arrancará el mercado de verano. Si va a por Neymar debe asumir que puede verse forzado a vender a alguno de los titulares y a que el regreso del brasileño comprometerá la renovación del resto del equipo así como su equilibrio y si decide pasar de él deberá encontrar jugadores que aumenten la calidad del once titular, algo que no ha pasado salvo en casos aislados durante los últimos veranos.
Lo único que está claro es que la tesorería azulgrana no puede soportar la llegada de Griezmann y Neymar a la vez, como tampoco puede pagarles sus multimillonarios sueldos ni desprendiéndose de alguna de sus estrellas. Así que lo que valora el Barcelona estos días es si mantiene la planificación de los últimos meses o se lanza a por Neymar sin pensar en las posibles consecuencias financieras de una operación tan compleja como difícil de entender, más allá del deseo del vestuario, por cómo salió del Barcelona hace dos años pues Neymar puede destarotar la planificación a poco que algo falle.
