Messi 2022-23Getty

Los 1000 partidos de Messi: cuando el siguiente siempre es el más importante

Se siente algo muy especial cada vez que Messi toma el balón en el Mundial Qatar 2022. La gente se despega de sus asientos. Los ojos se abren bien grandes. El corazón se acelera un poco más. El murmullo se convierte en grito. Es porque el argentino es un jugador muy especial, sí. También porque debe ser el que acumule más fanáticos de la historia del fútbol. Pero el cuadro completo se recrea con la idea del Last Dance. Si este es el último Mundial del 10 argentino, entonces hay que disfrutarlo.

Messi disfruta a su manera. Tiene un deseo furioso. Se enoja cuando se equivoca, se fastidia cuando un compañero no lee su intención, se cansa. Se cansa muchísimo. Se ve a un jugador inspirado pero que va compitiendo contra su propio cuerpo, que ya no le deja ser en plenitud. Se acostumbró a pasar desapercibido en varios pasajes del juego. Se queda en una banda, a la espera de que por unos segundos los rivales lo olviden para tomar la posesión con menos marca. Juega de 9, de 10 y de 5. Juega de todo.

Ante Australia, Messi llega a los 1000 partidos como futbolista profesional. Octavos de final de un Mundial con la camiseta que más quiere, que más quiso. Y, aunque la cifra es grande y mete al argentino en una lista privilegiada, significa poco para su cabeza. Para su mentalidad arrolladora.

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Para Messi, el partido que viene siempre es el más importante. Eso lo hizo tan grande, eso lo ubica en el panteón de los mejores. Inconformista y desacostumbrado a perder, solía quedarse turbado durante un par de días cada vez que le tocaba una derrota. El tiempo y la familia lo ayudaron a equilibrarse un poco más. Pero en Argentina, en el Mundial, todo se vive con una intensidad superior. Leo tiene alguna molestia física pero lo que más lo golpeó fue la derrota ante Arabia, de la que su equipo se recuperó en parte gracias a su espectacular bombazo cruzado a Memo Ochoa.

Hizo 788 goles. Escribirlo hace temblar el teclado. Parece mentira. A los 35 años, sigue teniendo sueños. Y de los grandes. Su cabeza está centrada en Qatar y no hay nada más allá en el horizonte, aunque PSG ya le hizo saber que le espera una oferta por renovación de contrato ni bien aterrice en París.

Su grandeza reside también en la inestabilidad del inevitable fracaso. Porque no se puede ganar siempre. Entonces, el planeta lo aplastará si queda eliminado antes de la final de Qatar. Él quedará aplastado por ser -posiblemente- el final del camino. Pero, cuando termine ese momento (si no llega la gloria, claro, que por qué no), el futuro volverá a apasionarlo. Querrá ganar la Champions con el PSG, soñará con otro Balón de Oro. Se ilusionará con que sus últimas temporadas sean a lo grande. Messi volverá a pensar en el siguiente partido, el más importante de todos.

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