Arturo Vidal, José Pedro Fuenzalida y Claudio BravoANFP/Carlos Parra

La soberbia le ganará a los años para terminar con la generación dorada de Chile

Algunos jugadores no entrenaban de la borrachera que llevaban”, declaró la mujer de Claudio Bravo, Carla Pardo, luego de ver cómo Chile se quedaba fuera de la Copa del Mundo de Rusia. Con esa frase explotó (¿o terminó de explotar?) un conflicto entre el portero y Arturo Vidal que ambos jugadores confesaron públicamente. Reinaldo Rueda, en conferencia de prensa, se refirió también al inconveniente entre las dos estrellas, el mismo que pareció dividir al seleccionado chileno. Y esta semana, como si fuera poco, para agregar otro capítulo problemático, el capitán de La Roja sudamericana volvió a estar en el centro de la polémica, tras bajarse de la convocatoria para los amistosos frente a Suecia y Dinamarca. Está claro: la generación dorada parece estar llegando a su punto final, pero no lo hace por su reloj biológico, sino por su soberbia.

El presidente de la ANFP, Arturo Salah, aclaró que ningún jugador puede tener privilegios y que no importa lo que haya ganado. Bravo opina lo contrario, piensa que tiene derecho a tener “ventajas” y, por eso, pretende imponerle un entrenador de arqueros (Julio Rodríguez) al cuerpo técnico de Rueda, algo que no le cayó muy bien a Johnny Herrera, entre otros. Herrera sería hoy el titular de Chile.

Un detalle, no menor: de cara a las dos primeras presentaciones en este nuevo ciclo comandado por el entrenador colombiano, el encuentro entre Bravo y Vidal era, quizá, más importante que lo estrictamente futbolístico. Se esperaba que allí, en Estocolmo, en plena concentración, achiquen sus diferencias. Pero eso ya no sucederá. Al menos no se dará este mes. Seguirán por ahora sin comunicarse para sanar heridas que, a la vez, son las heridas del seleccionado chileno.

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