El día después de la profunda decepción con la que los hinchas de Atlético Nacional recibieron la noticia sobre la imposibilidad de inscribir a los refuerzos. Un día enmarcado por la desazón que dejó el viernes, pero también por la famosa resiliencia con la que la afición llegó al Atanasio Girardot.
No fue una fiesta, pero sí hubo buen ambiente en la previa pese a la adversidad. Los verdolagas que llegaron al estadio se enfocaron en respaldar al equipo y al club mismo con aplausos, arengas y algunos cánticos contra la Dimayor.
Ya en el trámite de juego, hubo dos caras del equipo, algo que se ha convertido en una constante en lo poco que va del semestre, siendo un punto en contra para el colectivo que busca consolidarse. Primer tiempo de control, fútbol ofensivo, posesión y dominio para irse con la ventaja al descanso y un letargo después de los 15 minutos de descanso para que la visita inquietara a Quitana.
Fueron esos últimos 45 minutos los que evidenciaron que los refuerzos podrían pesar fuertemente con su ausencia al tener una plantilla corta en recambio. El segundo gol, obra de Marulanda, fue el primer remate al arco del Cali en el segundo tiempo, radiografía del bajón que sufrió el equipo.
Radiografía de un Nacional que gana, pero sigue entre luces y sombras; sin ser una máquina, pero engranando las piezas y peleando en la parte alta de la tabla; sin refuerzos, pero con el aliento de una ferviente hinchada que lo seguirá respaldando en el lío jurídico más importante de su historia.
