OPINIÓN
Por fin lo consiguió. La autodeterminación, ambición y compromiso de Cristiano Ronaldo son extraordinarias. Realmente fuera de lo común. Nadie en la historia del fútbol ha ganado más Balones de Oro que él. Nadie los ha ganado además con tantos años de diferencia entre unos y otros: nueve años concretamente, entre el primero y el último. Y lo que es más relevante: probablemente nadie (o muy pocos) pensaron que lo pudiera conseguir. Sin embargo, él sí.
BALÓN DE ORO 2017: CANDIDATOS, CUÁNDO SE ENTREGA Y CÓMO VERLO EN VIVO
En todo momento durante su carrera, Cristiano se propuso ser el mejor. En cualquier ámbito, ya fuera en un entrenamiento, en el equipo, en una temporada o en la historia del fútbol. O todas a la vez. Y nunca cejó en su empeño aun cuando tenía todo en su contra. Hace sólo cinco años, en el palmarés del ‘7’ aparecían una Champions League y un Balón de Oro, logrados hacía ya tiempo además, en 2008 en Inglaterra. Nadie dudaba de que Ronaldo era uno de los mejores jugadores del mundo, además de uno de los mejores de la Historia del Real Madrid, pero le faltaba todavía sustento para soportar las comparaciones. Especialmente con Lionel Messi. Hoy en día, sólo cinco años después, Cristiano puede presumir de cuatro Orejonas y cinco Balones de Oro, además de una Eurocopa. Se lo ha ganado: ya nadie puede mirarle por encima del hombro. Ni siquiera Messi.
Próximos partidos
Y coincidimos todos en que son estilos distintos de fútbol. El argentino ejerce un dominio de la pelota y de las circunstancias de los partidos nunca antes vistas en este deporte. Cristiano no es así. No son comparables en ese sentido. Pero el luso domina como nadie el gol, los récords, la sed de éxitos, la preparación física, la constancia profesional, es un experto de muchas suertes del fútbol… Es admirable su carrera. Cómo se ha labrado un reconocimiento mundial sin estar seguramente en las mejores condiciones para ello. Él se propuso ser el mejor. Y lo consiguió. A día de hoy, nadie puede decirle ya lo contrario. Sólo se admite el debate por cuestión de gustos, no de méritos.
