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Lionel Messi Barcelona Espanyol Copa del ReyLLUIS GENE

Messi, el genio que no apartaba la pierna


EDITORIAL

Quique Sánchez Flores sabe de fútbol. Jamás ha dudado en admitir que "Messi es el mejor jugador de la historia". La última vez fue la semana pasada. Lleva una década sufriendo al rosarino, primero en el Getafe y luego en el Valencia y en el Atlético. Hasta hoy, que le vive como entrenador del Espanyol. Logró frenarle hace una semana en Cornellà - El Prat pero no en el Camp Nou, donde el Barcelona logró remontar el 1 a 0 de la ida para meterse en el bombo de semifinales de la Copa del Rey y que además sirvió para que Quique descubriera otra faceta oculta del genio de Rosario. La de recuperador.

Porque Messi saltó al terreno de juego motivadísimo. El homenaje a Javier Mascherano, que pisó el césped del templo azulgrana por última vez le sentó bien a su amigo, quien empezó el partido como una moto, peleando cada balón como si fuera el último. A la media hora había recuperado ya tres balones, dos de los cuales acabaron transformados en gol. El primero lo atajó en la frontal del área blanquiazul y abrió a la derecha para que Aleix Vidal le sirviera a Luis Suárez un milimétrico centro que el uruguayo envió hasta el fondo de la red, cabezazo mediante.

La segunda recuperación la protagonizó a los veinticinco minutos, aunque en esta ocasión se la picó él solo. Robó el balón, gambeteó a todo el que tenía por delante y bató a Pau López con un remate imparable que estableció el 2 a 0 con el que se fue al descanso sin que el Espanyol diera muestras, ya no de rozar el gol, de acercarse a la portería de Jasper Cillessen. Porque si el crack del equipo corre y pone la pierna, ¿qué no harán los defensores y encargados de la contención en el Barcelona? En este contexto el Espanyol no tuvo ninguna oportunidad.

Porque lo habitual es que el genio piense que deben ser los currantes los que corren detrás del balón. Pero Messi no piensa así. El derbi era un partido en el que hacía falta actitud y la puso. Había que construir y lo hizo. Había que marcar y volvió a hacerlo, confirmando que asistimos, como bien dijo el entrenador blanquiazul, al mejor jugador de todos los tiempos, a un futbolista total capaz de tocar en oro todo aquello que toca. Incluso dos posesiones del Espanyol que acabaron en el fondo de su propia red por obra y gracia de este menudo delantero tocado por los Dioses del fútbol.

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