No es casualidad ni cuestión que se limite solamente a la Liga colombiana, Junior juega mal, no convence y no hace pesar en la cancha los nombres de su cuantiosa nómina ante rivales en teoría menores.
El nuevo capítulo, que, de no ser por las intervenciones de Miguel Borja y Willer Ditta, hubiese terminado en una nueva vergüenza para los barranquilleros, fue en la Copa Libertadores ante el modesto pero efectivo y aplicado Caracas de Venezuela.
El buen momento de Junior en el partido duró los primeros 15-20 minutos para luego caer en un bache creativo y ofensivo que poco intimidó a Velásquez. El desplome se confirmó con el gol del local al 35, golpe del que le costó reponerse y mucho al cuestionado equipo de Perea.
Nada cambió para la segunda mitad, más allá de un remate en el travesaño y tímidos acercamientos al área, mientras que Caracas se tomó confianza para ir con todo al arco de Viera con la potencia de sus jugadores africanos.
La planicie que fue el fútbol del Tiburón solo se vio desequilibrada con Hinestroza y por momentos con Cetré, de allí que haya sido la vía del empate con un centro que Borja liquidó frente al arco con algo de angustia. Asimismo llegó el agónico gol de Ditta, con un cabezazo que rompió el arco y cambió por completo la historia del juego.
No es casualidad que, de los últimos cinco partidos, Junior solo haya podido ganar dos, uno de ellos ante un Millonarios que tampoco anda bien. No es casualidad que partido a partido Perea sea puesto en la cuerda floja, pues su equipo no se corresponde a una de las mejores nóminas del país y que ahora se juega buena parte de su último crédito ante Nacional y en el juego de vuelta ante los venezolanos.


