020918 Barcelona Huesca Arturo Vidal Pulido Jordi AlbaDavid Ramos/Getty

El mayor peligro para el Barcelona 2018/19

Faltaba media hora para que terminara el partido y el Barcelona ganaba 6-2. Nada muy extraño siendo que el rival era el Huesca, que por primera vez pisaba el césped del Camp Nou en la Primera División. La diferencia entre los dos equipos estaba clara mucho antes del sexto gol. Incluso antes del pitazo inicial. Por eso no se entendió que Ernesto Valverde no pensara en rotaciones. Que volviera a no pensar en ellas.

EL BARÇA SE DIO UN FESTÍN EN EL CAMP NOU

Recién empezaba la temporada y se venía un parón FIFA, sí. Pero más adelante, el calendario del Barcelona no lo perdonará, como no lo hizo en campañas anteriores. Alavés, Valladolid y Huesca: fue el tercer partido consecutivo en el que Valverde sacaba el mismo equipo (Semedo fue titular por Coutinho en la primera jornada, la única variante). Tres rivales evidentemente inferiores, pero allí siempre estuvo el once de gala azulgrana. Por el bien de los catalanes, había que ver si el entrenador se animaría a rotar cuando sus jugadores volvieran del viaje con sus Selecciones.

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Algo que Valverde entiende, según se desprende de su rueda de prensa este viernes. "Claro que tengo en cuenta el parón porque tenemos un partido en tres días, porque hay jugadores que vienen de lejos y algunos han jugado dos partidos. Es posible que haya rotaciones, evidentemente", dijo.  

Salvo que la Champions League no sea el gran objetivo del Barcelona 2018/19. No hay que olvidar el duro mensaje de Carles Puyol nada más acabar la final de Kiev. El ex defensa español felicitaba al Real Madrid, pero en su felicitación se filtraba una crítica al Barça. "Enhorabuena madridistas. 4 Champions en 5 años con uno de los mejores Barça de la historia... tenemos que reflexionar en las prioridades", sentenciaba Puyol en su cuenta de Twitter.

Antes del parón FIFA, la última media hora ante Huesca estuvo de más. Era perfecta para los menos habituales o para jóvenes que prometen como Riqui Puig, por ejemplo. Sin rotaciones, Valverde corre dos grandes riesgos: cansar a los que juegan siempre y desmotivar a los que no juegan nunca. Y si siempre salen los mismos, a marzo llegan como llegaron a Roma, fundidos. Una peligrosa gestión de plantilla que podrá acabar muy bien en España, pero muy mal en Europa. 
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