Luis SuarezGetty

300 millones en el banquillo... y ni un suplente para Luis Suárez

Mientras en el Real Madrid lamentaban la salida de Cristiano Ronaldo del Santiago Bernabéu, en el Camp Nou construían silenciosamente un súper equipo. El Barcelona se ha pasado todo el verano identificando potenciales puntos débiles en su plantilla y fichando en consecuencia para crear un grupo de jugadores que, al menos en la teoría, tenga todo lo necesario para luchar en los tres frentes esta temporada.

Incluso la salida del -aparentemente- irreemplazable Andrés Iniesta ha sido rápidamente remediada.

La llegada del prometedor brasileño Arthur Melo fue presentada como una solución a largo plazo a la ausencia del manchego. A Rafinha le volvieron a dar la bienvenida tras el préstamo al Inter. Además, lograron robarle a la Roma y sobre la bocina el fichaje de Malcom, el crack del Burdeos.

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Algo mejor estaba por venir, sin embargo. Un mediocampista box-to-box, como dicen en Inglaterra. Arturo Vidal llegó al Barcelona por menos de 20 millones de euros.

Esto, sumado a Philippe Coutinho, convierte al Barcelona en uno de los equipos con mejor mediocampo de Europa. Una vez más. 

Malcom Coutinho compGetty Images

Pero el Barcelona tiene un talón de Aquiles. En medio de tanta riqueza, Luis Suárez no cuenta con un reemplazo digno en el centro de la delantera, algo que debería empezar a preocupar dado el sorprendente declive del uruguayo en los últimos 12 meses.

En sus primeras tres temporadas en el Camp Nou, la ex estrella del Liverpool se ganó el mote de mejor centrodelantero del mundo. Marcó 121 goles en solo 147 partidos.

Sin embargo, en 2017-18, las grietas comenzaron a salir a la luz. Suárez pareció fuera de forma, más lento y menos efectivo frente a la portería, perdiendo oportunidades que en años anteriores invariablemente terminaban en gol. 

Después de haber disfrutado de una conexión casi telepática con Messi, amigo cercano del charrúa dentro y fuera del campo, Suárez dejó de tener esa sintonía con el argentino.

Esa sensación de malestar se hizo tangible en sus estadísticas: aunque logró 31 goles en la temporada, solo uno de ellos llegó donde más se necesitaba, en la Liga de Campeones.

Messi Luis Suarez Barcelona Chelsea UEFA Champions LeagueGetty Images

La temporada actual también ha comenzado discretamente para el uruguayo, que se fue 'seco' en sus dos presentaciones.

En los años anteriores, los comienzos de Luis generaban poca preocupación en Barcelona. Naturalmente corpulento y propenso al aumento de peso, es común ver a Suárez en agosto un poco fuera de forma. Pero en esta ocasión parece estar peor.

"Luis está bien", contestó Valverde a las críticas. "Acaba de regresar de su descanso (post-Copa del Mundo), por lo que poco a poco se está poniendo al día, pero se ve bien... a veces es difícil para él, pero está en buena forma", agregaba.

El Barça espera que lo de Suárez sea temporal, pero cuidado: a pesar de que en el banquillo frente al Deportivo Alavés había '300 millones de euros' en valor de mercado, el uruguayo no tiene un reemplazo natural en el Camp Nou.

Paco Alcácer es lo más parecido a un sustituto para 'Lucho', pero la ex estrella del Valencia nunca se vio cómoda en el club. Y estaría a un paso de marcharse a la Bundesliga, ayudado por el regreso de Munir El Haddadi, que relega todavía más al internacional español, que ni siquiera estuvo entre los suplentes el fin de semana pasado.

En ese sentido, el Barça se encuentra en una situación delicada. Aunque la plantilla se beneficiaría indudablemente de un fichaje para que compita con Suárez, comprar un jugador de primera clase podría suponer el enfado no sólo del uruguayo, sino también de Lionel Messi.

Y es que, aunque los rumores sobre la ascendencia del argentino en el vestuario blaugrana suelen ser exagerados, no hay duda de que a Leo no le gustaría que su amigo se vea 'amenazado'. Y esa es una situación que el Barcelona no quiere enfrentar.

Los catalanes están caminando por la cuerda floja. Si Suárez pierde kilos y vuelve a su mejor forma, la apuesta por él dará sus frutos. Pero si rinde como en la Liga de Campeones la temporada pasada, la fe podría ser un error imperdonable para la Junta Directiva. Depende del uruguayo, en definitiva, disimular sus 31 años y su temporal sobrepeso.

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