Lo único que resulta muy claro es que la confirmación sobre el resultado del partido de ida entre Nueva Zelanda y Perú se terminará de revelar el próximo miércoles, en el Estadio Nacional de Lima. Pero, del 0 a 0 del encuentro de ida, también quedan evidenciadas varias situaciones que permiten establecer si el empate es bueno o malo para el equipo de Gareca.
Aunque el arranque de Nueva Zelanda fue muy flojo, con imprecisiones en todas las líneas e inseguridades en el fondo, está claro que el conjunto de Oceanía se mostró más que competitivo en el repechaje rumbo al Mundial Rusia 2018. Salvo la jugada de Farfán del primer tiempo, a Perú luego le costó hacerle daño al equipo local, que pese a que mostró muchas limitaciones, también supo relucir algunas virtudes: jamás se desordenó, estuvo muy prolijo y, sobre el final, mostró agresividad para querer ganar el partido.
Los síntomas del equipo de Gareca parecen obvios. A partir del último cuarto del segundo tiempo, Perú se tiró atrás y prácticamente dejó de lado la actitud ofensiva. El conjunto de Anthony Hudson, en cambio, se "desesperó" por ir a buscarlo y pretendió ganarlo como sea. Uno que se quedó conforme. Otro que quería más.
La revancha se analiza por dos costados: primero, ante la evidencia de que el equipo de Gareca es muy fuerte en el Estadio Nacional de Lima. Segundo, que el hecho de no haber marcado de visitante lo expone a una situación más que peligrosa. En caso de que Nueva Zelanda haga un gol, Perú quedará ante la obligación de ganar el partido para acceder al Mundial.
