Tito Vilanova, Josep GuardiolaGetty

Es imposible entender la figura de Guardiola sin Tito Vilanova

Pep Guardiola ya no era el mismo y no volvió a serlo. Así podía intuirse cuando hace cuatro años, apenas algunas horas después del fallecimiento de Tito Vilanova, el entonces entrenador del Bayern de Múnich no celebraba los goles de su equipo frente al Werder Bremen. Pep estaba desconsolado, con la mirada perdida y deseando resguardarse en su propio dolor sin tener que dar la cara al público. Se le había ido su amigo, su compañero y aquel con el que construyó el mejor Barcelona de la historia.

CUATRO AÑOS SIN TITO VILANOVA

Por mucho tiempo se pensó que las maravillas del Barcelona se debían a una sola persona, a Pep Guardiola. Pero el 'Noi de Santpedor' nunca se olvidaba de mencionar a Tito Vilanova cuando se trataba de vanagloriar los logros del equipo. La mancuerna formada por Guardiola y Tito en el Barça fue la responsable de llevar al equipo culé a lo más alto del fútbol, aprovechando a las grandes estrellas con las que se contaba. Pep era quien se robaba los focos y la atención mediática, quien se encerraba en su sótano para trazar la táctica que habrían de plantear al rival del siguiente partido, mientras que Tito hacía exhaustivos análisis de esos planteamientos y esos rivales para terminar de construir un juego perfecto.

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Vilanova

'Tito era más que un amigo', decía Guardiola en una rueda de prensa desde Múnich. Hacía algunos años Pep afirmaba que Tito y él eran gemelos por tantas semejanzas entre ellos. Y es que al menos en su forma de ver y entender el fútbol eran prácticamente iguales, la única diferencia visible es que Tito aún tenía fuerzas para dirigir al equipo, mientras que Pep necesitaba encontrar nuevas emociones para llenarse fuera del Camp Nou. Seguramente Guardiola hubiera querido llevarse a Tito a Alemania con él, pero era el momento de Vilanova de demostrar su grandeza al frente del equipo como primer entrenador. Lo demostró, nos dejó ver quién era realmente sin la sombra de Pep y nos dejó el mejor ejemplo que haya dado un entrenador del Barcelona, el de la lucha hasta el final. A Tito no le gustaba ser el centro de atención, tomar un micrófono para dirigirse a la afición no era su fuerte, el protagonismo no le llamaba la atención, mientras que Pep estaba más acostumbrado a esas situaciones y se sentía cómodo con ellas. Sus pequeñas diferencias los hicieron complementarse el uno al otro para convertirse en una pareja perfecta tanto dentro como fuera de los terrenos de juego. Como cada amistad, tuvieron sus altas y sus bajas, pero supieron limar asperezas para continuar juntos en su camino, aunque eso significara que uno lo hiciera en España y el otro en Alemania.

A Pep se le fue el amigo que sabía darle una palmada en la espalda cuando las cosas no salían bien, ese que le daba ánimos y ese que también le daba un toque en la rodilla con cada gol de sus jugadores que terminaría por dar la victoria y un título. Tito el fuerte y Pep el sensible, el 'Noi de Santpedor' no volvió a ser el mismo, pero el fútbol siempre le hará mantener presente a su querido Tito Vilanova.
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