Mundial

Para salir campeón hay que ganar el Mundial del cansancio

Hubo una jugada en el primer tiempo suplementario entre España y Rusia, por los octavos de final del Mundial 2018, que no va a quedar en la memoria de nadie, pero quizás sí en la de Isco. Jugó una pared con Andrés Iniesta e ingresó al área con oportunidades reales de meterse justo abajo del portero. En ese momento, percibió que era el momento de acelerar. Y lo hizo. O lo intentó. Envolvió la pelota con la bota derecha, y la tiró larga, pero no hizo diferencia. El cuerpo no le dio para arrancar. Las piernas no reaccionaron como en otro momento. El defensor ruso, que en otra secuencia podría haber quedado en ridículo, metió el cuerpo y ganó la posesión. El crack del Real Madrid miró al piso y se lamentó. Ahí percibió que no le quedaba mucho para dar.

La escena de Isco bien podría repetirse para otras estrellas que dieron la sensación de no estar en su potencial físico. Ronaldo, Messi y Neymar, las grandes estrellas de este torneo que ni siquiera se acercaron a las semifinalesy estuvieron muy lejos de cumplir con las expectativas, no tuvieron un equipo alrededor que acompañara, carecieron de inspiración y no se mostraron picantes. Pero, principalmente, se quedaron sin piernas.

Por mayor cantidad de torneos organizados, por la facilidad que ahora hay para los viajes. Por la necesidad de recaudar más y más, probablemente. La cantidad de partidos que atraviesan los jugadores va de menor a mayor. En 1986, Diego Maradona llegó a México con 31 partidos en la espalda (29 en la Serie A y 2 en la Copa Italia). En esa campaña, el argentino marcó 13 goles y dio cinco asistencias. ¿Por qué? La clave está en el nuevo formato de la Champions League. Cuando dejó de ser la Copa de Europa, pasó a tener muchos más equipos clasificados, además de un calendario de más partidos, con zona de grupos ida y vuelta que incluye 13 partidos  en caso de llegar a la final.

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En 1998, Zidane aterrizó al Mundial de Francia con 48 partidos encima, cifra cercana a las de los jugadores del 2018. En el 2002, por ejemplo, Ronaldo sólo había participado de 16 encuentros con el Inter, pero solo porque las lesiones le impidieron jugar más. En 1994, Romario jugó con el Barcelona 47 partidos (33 por Liga, 10 por Champions y 4 por Copa del Rey), en los que marcó 32 tantos y dio 8 asistencias. 

Aunque son cifras elevadas, ninguna supera los números que muestran los jugadores en este Mundial. Sacando a Messi, Eden Hazard, la figura de Bélgica que irá por un lugar en la final ante Francia, es el jugador top que cuenta con la mayor cantidad de encuentros arrastrados, con ¡51! (34 en Liga, 9 en Copa de Inglaterra y 8 de Champions). A eso habría que agregarle los cinco que ya disputó en este torneo, por lo que la cuenta llega a 56. 

Modric, que se destacó no solo por su fútbol si no también por su brutal resistencia física en el tiempo suplementario del encuentro ante Rusia, llega con 43 partidos con el Real Madrid, mientras que Mbappe muestra una cifra similar,con 44. Harry Kane, por su parte, anota en su libreta 48 juegos.

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El caso Messi es especial. El Mundial que lo tomó con más edad (30 años) lo jugó con el mayor desgaste de su carrera. En el Mundial 2006, solo había disputado 16 encuentros (aún rotaba y no era titular en ese equipo de Rijkaard). En el 2010, participó de 50, una cifra más que alta. En el 2014, 46. En Rusia 2018, el número más alto, casi inexplicable para un equipo como el Barcelona que ganó LaLiga caminando y se quedó afuera de la Champions League en cuartos de final: ¡54!.  

Cristiano Ronaldo, por su parte, tuvo su cifra más alta en Brasil 2014, con 47, pero en el resto de las ediciones no quedó muy lejos de esa marca: 46 en el 2006, 35 en el 2010 y 44 en el 2018.

Neymar llegó con 30 partidos y poco roce. Una fractura del quinto metatarsiano del pie derecho lo dejó afuera de las canchas por un par de meses y no pudo competir con el PSG antes del Mundial. Fue una preparación en base a entrenamientos y un par de amistosos. Se notó. El brasileño estuvo sin chispa, para nada electrizante, más bien apagado, cansado, sin fuerzas.

Temporadas demasiado desgastantes. Partidos con mucha exigencia. Ácido láctico acumulado en las piernas de casi todos. La cabeza, no del todo clara. Y los músculos nada oxigenados. Ser la figura del equipo campeón del Mundial Rusia 2018 será un desafío de verdad. A la competencia, cada vez más dura y pareja, a la idea de tener la personalidad de convertirse en el 1 del fútbol, a la sensación de tener más que personalidad que nadie hay que agregarle un factor clave que ya hizo caer a muchos grandes: para salir campeón hay que ganar el Mundial del cansancio.

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