Cuanto mejor le vaya a Luis Enrique, peor impresión queda de Luis Rubiales. Cuanto mejor lo haga el seleccionador que él mismo eligió, más se ahonda en la sensación de que nunca tenía que haber echado a Julen Lopetegui. Paradójico, pero cierto. La selección española ha arrancado de manera inmejorable en la Nations League apenas dos meses después del nombramiento del nuevo seleccionador. Y si el tiempo parecía difuminar las críticas e incertidumbres por el mal papel en Rusia, con cada gol y cada victoria esta semana han aflorado los recuerdos de nuevo. Hoy es inevitable la pregunta: ¿si hemos ganado ahora a Inglaterra y Croacia -con las que nos hubiéramos cruzado en el Mundial-, hasta dónde podríamos haber llegado de no haber echado a Lopetegui? A esta pregunta hay que añadirle una nueva goleada, esta vez amistosa y en casa de Gales.
El ranking FIFA es el otro aliciente de España en la Nations League
El tiempo ha traído consigo una mejor perspectiva de lo ocurrido. Y cada vez quedan menos ofendidos por el supuesto desaire del Real Madrid y de Lopetegui, conforme van creciendo los adeptos a la teoría de que Luis Rubiales tendría que haberse dado alguna que otra ducha fría antes de jugar con el porvenir de La Roja en Rusia. ¿Podría haber sido fiel a unos ‘valores’ sin necesidad de tomar una decisión tan drástica? Podría. ¿La reacción fue desmedida comparada con la ofensa? Lo fue. ¿Ahí se escaparon las opciones en el Mundial y se intuía que así pasaría? Ahí mismito.
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Dicen que un clavo saca otro clavo. Pero en este caso eso es sólo una rima, como dice Romeo Santos. Porque por muy bien que lo haga Luis Enrique, por muy acertada que parezca la elección del nuevo seleccionador, eso no traerá de vuelta otra oportunidad como la que se tiró a la basura en Rusia. Y Luis Rubiales deberá cargar con ello toda su carrera aunque Luis Enrique lo borde desde los banquillos ahora.
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