En el encuentro entre Juventus y Real Madrid por la ida de los octavos de final de la Champions League uno de los focos principales pasaba por ver la producción de Gonzalo Higuaín, exdelantero merengue y actual artillero de la Vecchia Signora. Al argentino se lo critica por su baja producción goleadora en su selección y esta era su chance de demostrar porqué es uno de los mejores puntas del mundo.
En el primer tiempo se vio al Pipita metido entre Varane y Sergio Ramos, con mucha movilidad alrededor del área para que sus marcadores pierdan referencia y, así, facilitarle espacios a las subidas de Dybala y Douglas Costa. Pivoteó mucho y con eficacia; de hecho, el 90% de sus pases fueron acertados, un promedio altísimo para tratarse del último tercio del campo, donde los espacios son más reducidos.
Además, generó dos chances de gol para sus compañeros y realizó el único tiro al arco de su equipo en esos primeros 45 minutos que exigió lo mejor de Keylor Navas para mantener el cero.
En el segundo tiempo su equipo se cayó a pedazos tras el 0-2 y la expulsión de Dybala, algo que el Pipita sintió. Si bien a un centrodelantero se lo juzga principalmente por sus goles, lo de Higuaín fue puro trabajo para el equipo y le aportó despliegue a un ataque aislado y caótico, preso de la desesperación por empatar un encuentro que desde los tres minutos de juego fue favorable al Merengue.
En total, Pipita totalizó 2 remates a portería (los únicos de Juventus), registró un 77,8% de precisión en los pases y recibió 4 faltas. El próximo miércoles, Higuaín volverá al Bernabéu para intentar la heroica. ¿Podrá gritar, al menos, un gol contra su exequipo y romper una racha de cinco encuentros -incluyendo los dos de la Selección- sin gritos?