Lionel Messi y Gary MedelMARTIN BERNETTI AFP | Getty

El día que Messi tuvo que correr atrás de Medel

Quizás no llamó la atención por TV. Es probable que sólo sea un detalle sin demasiada importancia. De alguna manera, sólo podría tratarse de una observación caprichosa. O todo lo contrario. Es probable que esa secuencia haya quedado impregnada en los que estuvieron en el estadio Nacional el 4 de julio de 2015, hace dos años. 

Para la Selección chilena, el título de la Copa América fue mucho más que meterse el primer título de su historia en el bolsillo. Se trató más bien de una declaración de principios que se extiende hasta estos días, cuando La Roja se mantiene entre las Selecciones más importantes del mundo, pese a haber perdido la final de la Copa Confederaciones ante Alemania.

La final de la Copa América 2015 entre Chile y Argentina debería ser recordada como el día que Messi corrió atrás de Medel. ¿Qué quiere decir eso? Faltaban unos diez minutos para el final de la primera parte y La Roja hacía su gracia: sí, era un partido de ajedrez en el que sobraban los estudios y faltaban los quiebres, las revoluciones. Pero, en algunas secuencias, el equipo de Jorge Sampaoli lograba liberarse. Ahí, en esas situaciones, el fútbol se volvía contradictorio: el equipo que tenía al mejor jugador del mundo no podía conservar la pelota, cuestión que no siempre debe ser un problema. En ese ejemplo, el contexto sí era grave para el conjunto de Martino: sin la tenencia, carecía de aprovechar espacios y golpear en jugadas rápidas y de pocos pases.

Claudio Bravo fue la personalidad. Arturo Vidal, el corazón. Valdivia, el talento. Alexis, el desequilibrio. Pero Gary Medel, el otro jugador clave del equipo campeón de Sampaoli, era un poco de todos esos, y algo más: el juego. Desde sus pies partían todos los ataques de Chile. A veces, no se trataba más que los inicios. Ubicado como central, retrocedía hasta los pies de Bravo y se animaba a romper líneas. Cuando levantaba la cabeza, veía metros y metros de campo de juego. Sus compañeros se alejaban todo lo posible. ¿La idea? Hacer correr la pelota, usar los espacios, hacer correr al rival.

Por momentos, eran toques simples a Marcelo Díaz. Otras veces, pases más profundos a Vidal, que sólo le quedaba girar y ubicarse en posición de frente al arco. Al jugador del Inter también le gustaban los pelotazos -aunque en menor medida- a espaldas de los laterales del equipo rival. Por las bandas podían aparecer Vargas o Alexis Sánchez.

Lionel Messi y Gary MedelMARTIN BERNETTI AFP | Getty

Aunque un poco tiempo después Martino lo analizó de otra manera ("Sí creo que Chile hizo una parte perfecta, que fue neutralizar a los futbolistas argentinos, de la misma manera que nosotros neutralizamos a Vidal (Arturo), a Alexis Sánchez, a Valdivia (Jorge), exactamente igual"), ese sistema dominó en buena parte del partido a la Selección argentina de Mascherano, Biglia, Pastore, Agüero y Di María. 

Porque, parece claro, cuando Messi juega en tu equipo, todo parece dado como para dominar en la mayoría de los aspectos del juego. Pero, esa noche, aunque el encuentro terminó 0 a 0 y se definió en los penales, Chile tuvo más posesión (57% a 43%), más pases (493 vs. 355) y más remates (18 vs. 8).

La secuencia, entonces, terminó siendo un símbolo, una idea, un mensaje: Medel tomaba la pelota y la hacía correr hacia los costados. Messi, impotente, agachaba la cabeza y hacía lo único que podía en ese momento: correr.

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