OPINIÓN
No hace falta jugar bien ni ser el mejor del torneo para ganar la Champions. Ni siquiera ser favorito. A veces es necesario un poco de fortuna, buenos partidos en los momentos claves e ir por la sombra, alejado de los focos para pasar inadvertido. Hasta ahora parecía que nadie hubiera reparado en el Bayern, pese a ser un clásico del torneo, dado que pocos le situaban como candidato para hacerse con la 'orejona'.
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El contundente triunfo de los bávaros ante el Besiktas metió a los muniqueses en los cuartos de final. Una ronda a la que no accederá el PSG, que asomaba en las quinielas por delante de los germanos al principio de temporada. Y es que la suerte es otro factor a tener en cuenta en este torneo, ya que el Bayern tuvo posiblemente el rival más asequible de todos los líderes de grupo, o el gol afortunado ante los hispalenses que refrenda con un grandísimo resultado en Nervión, en un estadio complicado que se le atraganta a muchos grandes, como al Barcelona recientemente.
Son detalles a tener en cuenta y que suman, como el hecho de tener a Heynckes en el banquillo, con una dilatada carrera como jugador y entrenador, campeón de Europa en el pasado y con una capacidad de hacer de nuevo del vestuario del Bayern un grupo compacto, cicatrizando viejas heridas y rebajando los egos.
Tampoco hay que olvidarse del plantel, muy compenetrado en el campo por llevar muchas temporadas jugando juntos, de nuevo con hambre de títulos y al que se le ha añadido la guinda de James, quien vuelve a estar de dulce, sintiéndose importante en un equipo que además cuenta con gol, bajo la firma de Lewandowski y Müller, quien va acelerando el ritmo de cara al Mundial de Rusia.
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Por todo ello no hay que olvidar a este Bayern, porque son alemanes y están acostumbrados a competir, porque son el Bayern y están acostumbrados a las grandes citas y porque han sido campeones de Europa y pueden volver a serlo, que a nadie se le olvide.
