Le piden que hable pero no puede. Traga saliva, respira profundo y lo vuelve a intentar, pero las lágrimas le ganan nuevamente: Mauro Zárate volvió a ponerse la camiseta de Vélez por tercera vez en su carrera, después de cuatro años de su última despedida, y más de cinco mil personas le dieron la bienvenida en el José Amalfitani. "Voy a ser uno más de ustedes", les prometió a los fanáticos con un nudo en la garganta y volvió a quebrarse.
La vuelta de Zárate no fue la única que se dio en el fútbol argentino. Días atrás, Boca oficializaba el regreso de Carlos Tevez, quien fue presentado en una sala de prensa en Cardales, donde el equipo de Guillermo Barros Schelotto hace su pretemporada. No hubo fanáticos, ni canciones, ni banderas para celebrar la llegada del futbolista que conquistó siete títulos con el Xeneize y que a los 33 años volvió para cumplir su tercer ciclo en el club.
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¿Qué pasó para que, después de llenar una Bombonera en 2015, el jugador del pueblo no tuviera la fiesta que sí tuvo el ídolo del Fortín? Cuando se enteraron, a través de las redes sociales, que el Apache se iría a jugar a Shanghai Shenhua -que le ofrecía 40 millones de dólares por año-, un frío les recorrió la espalda. Cómo era posible que el dinero fuera más importante que el amor, se preguntaron, cuando él les había asegurado todo lo contrario.
Próximos partidos
Fueron meses de duelo, en los que, como en cualquier relación amorosa, el rechazado debe hacerse fuerte y superar la separación. Se festejó el título obtenido y comenzaron presentarse nuevos pretendientes para el corazón del hincha -Benedetto, por caso-. Pero, como dice el refrán, donde hubo fuego, cenizas quedan: su reaparición hizo olvidar las contradicciones para darle lugar al adormilado cariño.
Según la Real Academia Española, la confianza es la "esperanza firme que una persona tiene en que algo suceda, sea o funcione de una forma determinada, o en que otra persona actúe como ella desea". Mauro Zárate se encargó, en estos cuatro años desde su segunda partida de Vélez, de contarle al público del Fortín lo mucho que lo extrañaba y todo lo que lo apoyaba en este duro momento de la institución. Por eso, a su vuelta, la gente no dudó y lo recibió como a ese enamorado que tuvo que irse pero que nunca se llevó su corazón. Carlitos, en cambio, tendrá que hacer bien los deberes para que los xeneizes vuelvan a morirse de amor por él.
