Paulo Dybala JuventusGetty Images

Dybala: de Bolt, Ronaldinho y Agassi

El último censo que se hizo en el pueblo dio que Laguna Larga tiene 7437 habitantes. Fue en 2010 y la tasa de crecimiento se ha sostenido, por décadas, en un 4%. La última vez en que La Joya, como lo bautizó el periodista Marcos Villalobos, vivió en Laguna Larga fue hace ocho años. Estaba en las inferiores de Instituto y falleció su papá, cuando él tenía 15 años, de un cáncer fulminante. Adolfo lo seguía a todos lados y cuidaba de su tercer hijo infatigablemente. A Dybala, la noticia le arrancó un pedazo del cuerpo y sintió que tenía que volver a su casa. No aguantaba la pensión. Entonces, jugó seis meses en la liga de allí, hasta decidir volver al club donde la rompió.

Dybala aprendió del dolor y, como todo artista, lo volvió alegría. Producto de la época, el delantero administra su imagen con profesionales. Hace campañas en redes sociales y se vuelve cómic a través de ponerse los dedos en la cara y armar un gesto de superhéroe. Así, se vuelve ídolo de montones de niños. Una propuesta armada en base a él mismo: así como Lionel Messi no se presta a lo público, él se siente más cómodo en eso y las campañas están montadas en lo que da su traje.

Pero Dybala va más. Prolijo y elegante, hace un elogio público a la alegría: "Me gusta su soltura, la alegría con que se divierte con el balón. Siempre he admirado a Ronaldinho y la idea de que el juego sea magia y no sufrimiento". Lo hace como una filosofía que no entiende de los límites de clásicos entre países: acaso, no se le caen las pestañas en decir que Brasil le divierte. Y su ideología la despliega: “No me gustan los matones, los jugadores malintencionados, los que viven de los excesos, los que piensan que está justificado hacer lo que no está bien porque así alguien hablará de ellos, los que quieren ser diferentes a toda costa. Mi imagen es importante para mí. ¿Qué hay de malo en intentar ser decente? No me tiro en el área, no busco el penalti. Se puede hacer algo por los demás sin ser un desgraciado ni estar furioso; sin escupir a la vida. No creo en los hermosos malditos. No es difícil evitar construir otros infiernos. Entre la santidad y la indiferencia hay muchas vías intermedias. A mí me gustan los que tienen estilo, como Federer y Bolt; las personas que te conmueven, y también Agassi por la manera en que se anticipaba con sus golpes, por determinados ángulos".

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Dybala tiene 23 años, pero su carrera ya pisa su sexta temporada en el primer nivel, con tres equipos en la espalda: Instituto, Palermo y Juventus. Quienes lo conocen de chico aseguran que el giro que hizo en el primer gol contra Barcelona fue una marca registrada en los potreros de Laguna Larga. Que así se cansó de hacer goles. Que así preparó los tobillos para ser un bailarín capaz de torar en cuestión de segundos. Que así jugó junto a Lionel Messi en la Selección. El día en que lo conoció, agarró el celular y llamó a sus amigos de pueblo. Todos coinciden en que no habló como figura: habló como uno de los 7437 de Laguna Larga

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